11 de octubre de 2024
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John Philip Sousa: Vida, Obra y Partituras!

En Estados Unidos un gran Maestro representará a través de su música, el cambio de siglo americano y la energía de una nueva nación. Este importante hombre sería John Philip Sousa, el cual nacería en Washington el 6 de noviembre de 1854.  Su padre de origen portugués, trombonista en la U.S. Marine Band, fue quien lo introdujo en el mundo de la  música. En 1880 y sólo con la edad de 26 años,  Sousa es nombrado director de la U.S. Marine Band. Este cargo lo ocuparía por doce años hasta que funda su propia banda civil. No conforme con la organización de la Banda de la Marina y su mediocre repertorio escribió seis nuevas marchas para su inmediata inclusión y realizó ensayos estrictos, eliminando a los músicos de menor formación. Él mismo se encargaría de reclutar a nuevos miembros que fueran de su confianza para la banda.

En su vida escribió una larga cantidad de marchas  considerándosele internacionalmente como “el rey de las marchas”.  Deseoso de realizar giras con su banda para que fuese conocida en todo el país, pedía constantemente permiso a sus superiores. Solo necesitaba de una simple autorización para poder salir más de un día de Washington con la U.S. Marine Band, a lo que siempre se la denegaban.

Al no poder hacer los tours y para dar a conocer la gran labor musical de su banda, Sousa conseguiría en 1890 reproducir su música por el sistema de cilindros con la Columbia Phonograph Company. Con ello se disparó la popularidad de su banda. Anecdótico es que Sousa, el cual consiguió que una banda grabara en estudio por primera vez, considerara innecesaria su presencia en las sesiones de grabación; justificando que eran monótonas, por lo que la mayoría de veces se hicieron sin él. Siempre se negaría a dirigir conciertos en la radio por la falta de contacto personal con el público y no sería hasta 1929, por una insistente  persuasión, cuando realizase con un éxito rotundo su primer concierto radiofónico.

Su sueño de realizar una gira no lo conseguiría hasta hablar con la esposa del presidente Benjamin Harrison. A instancias de la señora Harrison, el propio presidente autorizó la primera gira de conciertos de la U.S. Marine Band en 1891.

Cansado de los protocolos, de la burocracia y con ganas de un cambio en su vida, en 1892 organizará su propia banda; la cual tendría varios nombres pero que sería siempre reconocida por la Banda de Sousa. Con ella llegó a  realizar desde 1892 a 1931 un total de 15.623 conciertos.

El éxito obtenido por su banda civil  llegaría muy pronto. La prensa norteamericana se hacía constantemente eco de sus conciertos y proezas, como ésta recogida del periódico Chicago Herald que  publicaba en 1893 como crónica de un concierto:

“La banda de Sousa inauguró un nuevo número musical que seguramente se convertirá en parte popular de las atracciones nocturnas en el futuro. Dieron el primer concierto nocturno de los domingos en el nuevo quiosco musical de la playa, situados entre el vestíbulo este y el auditorio del lago, ante una audiencia de más de 62.000 personas, quienes ayer pagaron para ver la actuación. El número de niños era de 3.277 y posteriores conciertos harán que ambos números se incrementen.” (Hansen 2005)

A partir de esta última década del XIX llegan a América compositores europeos como Dvorak y Tschaikovsky con su nuevo repertorio sinfónico, escrito originalmente para las orquestas.

Las bandas americanas seguirán otro camino como veremos más adelante. La de Sousa  tocaría marchas, obras patrióticas, populares, programáticas, de baile o transcripciones populares de orquesta;  así como arias de ópera o temas y variaciones para el lucimiento de sus virtuosos músicos como Herbert Clarke (corneta) o Arthur Pryor (trombón). Con sus numerosos conciertos por todo el país también otorgaría fama a nuevos compositores, apoyando particularmente a Percy Grainger. Gracias al reconocimiento y popularidad obtenida por la Banda de Sousa,  Grainger conseguiría  vender por año más de 4.000 copias de su Country Gardens.

El prolífico Sousa sería el impulsor de la creación de la Ley de los Derechos de Autor

Aún y en pleno desarrollo de los sistemas de grabación y de las primeras compañías discográficas, los compositores no recibían dinero por la reproducción de su música. Sousa estaba especialmente interesado en el tema, porque sus composiciones eran de las más escuchadas en el país. Por dos veces testificó ante el Congreso para explicar que la reproducción musical podría sustituir a los conciertos en vivo, poniendo así en peligro las mismas formaciones que promovía la propia industria de la grabación. Entre su particular campaña de crítica contra las prácticas poco éticas de las empresas,  publicaría artículos en diversos medios de comunicación. Su fama internacional junto a conocer personalmente a los presidentes de Norteamérica hizo posible que se aprobara la citada ley, con los correspondientes derechos para los compositores; y no sólo en lo referente a la música grabada sino también en su forma impresa.

Se dice que Sousa tenía la música en la cabeza. Componía en cualquier lugar con la única distracción de la melodía que le rondaba en su mente. Cogía su pluma de tinta  y escribía sobre el papel al que raramente tachaba. Al terminar, estampaba de lado en la última página  su nombre, la fecha y el lugar donde había concluido la composición. Podía completar toda la partitura de alguna de sus marchas más famosas en tan sólo dos días. Sólo una vez escrita la música sobre el pentagrama la tocaba al piano para oírla por vez primera. El maestro decía que una marcha “debiera hacer marcar el paso a un hombre con una pierna de madera”.

Entre otros méritos de este hombre destaca la creación del Sousaphone, que fue fabricado en 1898 por CG Conn a petición del propio Sousa para hacer más cómodos los desfiles a los tubistas, siendo imprescindibles desde entonces en las marching bands.

El modelo de su banda civil fue un nuevo y revolucionario concepto de agrupación. En los más de cuarenta años de actividad realizaría solamente ocho desfiles y por causas tan justificadas como cuando representó a los Estados Unidos en la Exposición Universal de París en 1900. Entre sus músicos estaban los mejores, conscientes del éxito de una banda a la que oían miles de personas en  cada concierto.

Sería asimismo el primer director en hacer giras a nivel internacional. Hasta la actualidad ninguna agrupación de viento ha podido repetir semejante hazaña puesto que en 1900, después de su participación en la Exposición de París realizó un tour por Alemania, Inglaterra, Bélgica y Holanda con un total de 175 conciertos en cuatro meses y en 34 ciudades europeas. Incluso impresionaría de nuevo al público europeo con su música americana en otros dos tours, antes de realizar la proeza de una gira mundial en 1910 y que incluía conciertos en Sudáfrica, Australia, Nueva Zelandia o las Islas Fiji.

El movimiento tan importante de bandas que existe en la actualidad en los Estados Unidos tuvo su origen en maestros como él, que ante la falta de abundantes orquestas sinfónicas en su tiempo supieron hacer de su banda un modelo a seguir por las demás agrupaciones de su país. Transformó a la banda en una nueva formación a la que redujo en número los instrumentos de metal y percusión e incrementó los de madera. Para darle su propio toque identificativo le añadiría un arpa.

Desde la Guerra Civil y hasta los años veinte con el surgimiento del jazz, Sousa y su banda constituían los aspectos más importantes de la vida musical norteamericana por sus proezas, variado y amplio repertorio y por su particular sonido nunca antes escuchado.

Era tan mediático como director y compositor  que sobrepasaba a todos los directores de orquesta de su tiempo como Gustav Mahler, Frederick Stock, Leopold Stokowsky o Arturo Toscanini; al menos en lo referente a la fama y a sus  ganancias anuales.

En 1910, Mahler se convirtió al frente de la Filamónica de Nueva York en el director de orquesta mejor pagado  del mundo por dirigir entre 90 a 100 conciertos anuales con esta institución. Sus honorarios eran de 30.000$. Frederick Stock en la Sinfónica de Chicago ese mismo año ganaba 10.000$ y Leopold Stokovsky en Filadelfia en 1912 por 82 conciertos, 12.000$. Una década después, Toscanini al frente de la Filarmónica de Nueva York  mejoraría su contrato de los 24.000$ por 15 conciertos en 1924 a los 110.000$ de 1930 por 60 conciertos, corriendo a cuenta de la orquesta el pago de los impuestos del Maestro.

Estos salarios, cien años después aún pueden parecen altos en dólares de hoy en día. Está claro que eran puestos prestigiosos, reconocidos y muy bien pagados para la época. Pero Sousa estaba  muy por encima.

En sus cuatro primeros años al frente de la Sousa´s Band (1892-1896) y siendo su manager Blakely, pasó de recibir 1.500$ por año a ser idolatrado por todos gracias a su extraordinaria banda y con unos ingresos anuales de 50.000$ (lo equivalente al cambio a 1.05 millones de dólares americanos del año 2003). Y esto sólo sería el principio. Sus ganancias por sus constantes conciertos hasta 1931, las giras internacionales y los derechos de autor de las más de cien marchas que sonaban por todo el mundo incrementarían sus ingresos en cifras incalculables.

En su vida como militar, no sólo había un respeto profesional de sus hombres sino una gran admiración personal también. Sousa era tan reverenciado  que estando asignado a la Gran Estación Naval de Lagos de Formación, en Illinois, reclutó y organizó la banda a la que se alistaron más de 300 músicos; por el sólo hecho de poder trabajar bajo la dirección de tan talentoso hombre. Sousa comía, dormía y marchaba con los soldados a pesar de sus cuarenta años de diferencia.

Esta banda se dividió en varias más pequeñas haciendo apariciones por todo el país. Las “Jackie” bandas como se les conocían, apoyaron los esfuerzos de la guerra como a las unidades de enlace o a la Cruz Roja. Era tal contagioso el entusiasmo de aquellos músicos militares que consiguieron recaudar más de veintiún millones de dólares para la causa, gracias al espíritu de un país inmerso en un conflicto paralizante.

En los últimos meses de su vida, a pesar de ser millonario, desarrolló y promovió   bandas escolares. Incluso invitaba a los jóvenes de la banda local a tocar en el intermedio de sus propios conciertos.

El maestro moriría el 5 de marzo de 1932 a los 77 años por mor de un ataque cardíaco. Sousa fue más que un director, conocedor no sólo de todas las ramas de este oficio sino de muchos otros.  Así se comprende que su importante figura sea aún recordada. El 11 de diciembre de 1987, el presidente Reagan firmó una ley aprobada por el Congreso en la que reconoció a su composición  Stars and Stripes Forever, como la marcha nacional americana. Solamente otra obra está reconocida por el Gobierno de EEUU, The Star Spangled Banner, su Himno Nacional.

The Sousa`s Band, en Johannesburgo (Sudáfrica) en la gira mundial de 1910.

Partituras de las Marchas de Sousa: CLIC AQUI

 

© Carlos Diéguez Beltrán (Todos los Derechos Reservados)