Con Carlos I (1500-1558) aparecerá el oficio de director militar. Este cargo se dio en los tercios del ejército español y su puesto se denominaría “atambor mayor”, siendo el encargado de dar las oportunas órdenes a las bandas de pífanos y tambores de los Tercios. Normalmente era un hombre alto, el cual llevaba un largo bastón e iba vestido con un traje muy adornado. De aquí surge la figura del bastón de mando que hoy podemos ver en las marching bands y en algunas bandas de gaitas o militares de distintas latitudes.
Las funciones del tambor mayor de los Tercios, las describe Ricardo Fernández de la Torre en su Historia de la Música Militar de España:
“Llevaba un enorme bastón con una vistosa empuñadura y borlas de colores… con el que marcaba el compás y hacía vistosas filigranas y molinetes, despertando siempre la admiración de las gentes. En épocas posteriores, este jefe de las bandas daba con el bastón una serie de órdenes, algunas de las cuales han llegado hasta nosotros reconocidas en códigos con imágenes. El atambor mayor llegó a cobrar gran importancia en el ejército, instituyéndose para él diversos grados jerárquicos, entre ellos el de atambor mayor de Tercio, creado por el Duque de Alba, que llegaba a formar parte, en muchas ocasiones, del Estado Mayor de los maestros de campo, o generales, en nuestro Siglo de Oro militar”
Felipe II de España
Se corona rey de Portugal en 1580 con el nombre de Felipe I de Portugal, uniendo por última vez en un mismo soberano los reinos de Castilla, Aragón y Portugal. Duraría poco esta unión y la Casa de Austria perdería su predominio en el país luso en 1640.
Es en este breve tiempo común y de hermandad entre los reinos ibéricos cuando Juan de Silva, Conde de Portalegre y Capitán General de los Reinos de Portugal, encarga a Bartolomé Scarión de Paduia una nueva doctrina militar para el ejército portugués a finales del s. XVI. En esta publicación se detallan los diversos oficios del ejército y entre ellos el nuevo puesto de atambor mayor y el de “atambor general”; algo así como el jefe de los directores de bandas. Conociendo los buenos resultados que habían dado los tambores en España, se introdujeron en Portugal con unas funciones semejantes.
“… Los tambores fueron necesariamente necesarios porque no hay otra manera de unificar a los soldados en lo que han de hacer sino con tambores y trompetas, y son los primeros instrumentos de guerra, pues con tambores se hacen los soldados y con los soldados y tambores se hacen la guerra.” (Scarion de Paduia 1598)
Se definen las funciones de los músicos de los tercios:
“En un ejército hay tres maneras de tambores, el tambor general, los tambores mayores de tercios y los tambores comunes que figuran en las compañías. El tambor general ha de ser hombre de bien, de buen entendimiento, que se haya encontrado en muchas guerras y que sepa tocar todas las diferencias de órdenes (…) para saber unificar en cualquier cosa que deba de hacer en un accidente repentino, que en las guerras acontece, y por ello debe de estar siempre cerca de la persona del general y puede mandar a todo género de tambores del ejército y a él no le toca tocar nunca sino mandar. Y aunque el oficio de tambores es oficio bajo y no de honra, así mismo el pífano; con todo esto los tambores mayores de tercio han ser hombres de bien y de buen juicio y entendimiento escogidos de los mejores del tercio, que sepan bien su oficio (…)
Han de entender que son necesarios para más que de echar los bandos generales y repartir los otros tambores caminando, y en los escuadrones y para llevar algún mandato o embajada de un escuadrón a otro, de un ejército a otro, o de una fuerza a otra, más han de tener también buen juicio y entendimiento, para reconocer los sitios, las fuerzas, las armas, la cantidad y calidad de los enemigos, la ferocidad o flaqueza y otras semejantes (…)
Y cuando acontezca rescatar a presos u otros recados, también toca a ellos y al ejército, o presidio de enemigos por dichos efectos. Y la manera de ir es ésta: llevará la caja a las espaldas y cuando llegare cerca del ejército o tierra del enemigo, tanto que pueda ser oído, tocará la caja a llamar y estará firme hasta que vayan a él, los cuales lo llevarán delante del general o gobernador que sea y si fuesen avisados antes que entre dentro del ejército, o sea de la tierra, le taparán los ojos con un pañuelo y así lo llevará. Y delante del general se destapa, da su recado, toma la respuesta y lo devuelven tapado donde lo tomaron y lo dejan ir. Y conviene saber que cualquier tambor o trompeta que fuera enviado con recado es libre, sin merecer pena ninguna por ruin recado que llegue y ningún capitán debe hacer tan grande bajeza en tratar mal, ni poner las manos a tales personas.” (Scarion de Paduia 1598)
La descripción de “hombre de bien” por curiosa que parezca nos hace comprender que desde el mismo origen de este oficio militar se precisaba de personas cualificadas humanamente y con un don de gentes. Las otras labores encomendadas a este primitivo director serían también las siguientes:
“… Deben de acudir a sus Sargentos mayores para los bandos, que le han de echar, los cuales se les dan en escrito, y ellos han de ajuntar a los tambores que les pareciere de sus tercios e ir a echarlos. Empezando delante del cuerpo de guardia principal, y después en otras partes, él ha de ir leyendo y otro tambor pregonando, y dicho esto pegará el traslado de él en el cuerpo de guardia. Tienen obligación saber del Sargento mayor de las compañías, que aquel día han de entrar de guardia y avisar a los Alférez…” (Scarion de Paduia 1598)
En cuanto al trabajo musical del director de banda militar del s. XVI, en la misma Doctrina Militar se ordena que deba de llevar un palo en la mano para hacer constar de quien es el que manda:
“Caminando con el tercio son libres de tocar caja, más irán con un palo en la mano, repartiendo los atambores, en la vanguardia, en el escuadrón y retaguardia, que tocan cuando uno y cuando otro compartiendo el trabajo. Y porque los atambores son tan necesarios en la guerra, que no solamente levantan los ánimos de las gentes, más con ellos se les dan órdenes que no oirían, ni entenderían, de boca a boca, ni de otra manera, por ello conviene que todos los atambores sepan tocar todo lo necesario, como recoger, caminar, dar armas, batería, llamar, responder, adelantar, volver las caras, parar y echar bandos” (Scarion de Paduia 1598)
Destierro de Ignorancias
El capitán español Antonio Gallo en su libro Destierro de Ignorancias, dedicado al Conde de Olivares, narra de cómo ha de ser la elección y el nombramiento del tambor mayor en el ejército español:
“ …y que no sea necesario enseñarle, sino que sea maestro para enseñar a todos los demás tambores del Tercio, que este cuidado ha de tener, y que todos sepan tocar bien (…) ha de tener cuidado de hacer que todos los tambores lleven de ordinario pieles y cuerda de respeto para sus tambores, para que se hallen apercibidos cuando se les rompa algún parche… y en esto tendrá gran cuidado, que hay algunos tambores, que tanto se les da que falte como que sobre, ni que las propias cajas se rompan.” (Gallo 1639)
Como describe el capitán Gallo, el tambor mayor de esta época tenía que estar pendiente del buen estado de los instrumentos dado que a algunos músicos esto les traía sin cuidado. Curiosamente también sucede hoy en día que instrumentos de las bandas municipales o asociaciones musicales se prestan a músicos que no les dan el cuidado correcto, al no considerarlos como instrumentos propios. El director actual al igual que el del s. XVII debe de velar por la buena conservación de este material; incluso este apartado viene reflejado en algunos contratos.
El tambor mayor de los tercios debería de estar capacitado para:
“ir con recado a alguna tierra o castillo, ha de ser hábil para dar el recado que llevara y para entender la respuesta que le dieran y saberlo explicar después. Ha de advertir, en cuanto da su recado y aguarda la respuesta, de reconocer la muralla; si tiene fosos de agua, o si es con troneras altas o bajas, y de todo lo demás que viera dificultoso, que para eso va. Este ha de ser español, entre otros, y no de otra nación, que así conviene, y ha de reconocer y saber todos los toques de las naciones que practicamos, que son: franceses, alemanes, esguízaros, gascones, escoceses, turquesco, morisco e italiano, que es lo propio que español y holandés. Ha de saber hablar y entender todas estas lenguas siendo posible…” (Gallo 1639)
Así de enmascarado el tambor mayor era a la vez un espía, un representante diplomático que hablaba varios idiomas y el jefe de los músicos, entre otras cosas.
Ricardo Fernández de la Torre ve una probabilidad de que este nuevo puesto de director del XVI esté relacionado con el de “Profos”, una especie de vigilante con rango de suboficial en las unidades de infantería alemanas del renacimiento. Entre sus funciones:
“figuraría el de poner fin a la bebida de la tropa por tabernas y mesones a una hora determinada de la noche (…) La orden era materializada por el golpe dado con una varita o bastoncillo sobre la espita de un barril”. (Latorre 2000)
Debido a que en los ejércitos españoles de la época de Carlos V y Felipe II hubo soldados alemanes combatiendo en los Tercios españoles es posible que este personaje policial fuese la raíz del tambor mayor. Al parecer, a la orden de dejar de beber la acompañaba un toque de pífano y tambor por lo que también, como sostiene de Latorre, daría lugar a la creación de la retreta, “Der Zapfenstreich”.
FOTOGRAFÍA:
Una banda de guerra recibe al Cardenal Cisneros en Orán en mayo de 1509. La banda estaba formada por pífano, añafiles y tambor. De la capilla mozárabe de Toledo. Cuadro de Juan de Borgoña. Renacimiento español.
© Carlos Diéguez Beltrán (Todos los Derechos Reservados)
Envíanos tu artículo sobre Historia Militar y lo publicaremos en esta web!