¿Qué opinaba Wagner sobre los directores?, contado por él mismo.
Según el afamado compositor español Julio Gómez (el cual hizo la traducción en 1925) Wagner da a conocer en un folleto su opinión sobre el arte de dirigir la orquesta.
Se publicó en la «Neue Zeitschrift für Musik» en noviembre y diciembre de 1869 y reimpreso en tirada aparte en marzo de 1870.
«Quien busque en esta obra de Wagner un tratado didáctico sobre la técnica del difícil arte de dirigir, se verá defraudado. Pero al mismo tiempo no podrá menos de admirar la cantidad de observaciones, justas unas, sorprendentes otras, pero todas impregnadas de intenso amor al arte, que saltan en cada página del libro.» (Julio Gómez)
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Propóngome exponer en las páginas siguientes el resultado de mis observaciones personales y el fruto de una larga experiencia en una rama del arte musical que hasta hoy ha estado abandonada a la rutina en su ejercicio y a la ignorancia en su crítica. Para avalorar mi propia opinión en la materia, me dirigiré, no a los directores de orquesta, sino a los ejecutantes instrumentistas y cantores, pues ellos solos experimentan el sentimiento íntimo de ser bien o mal dirigidos. Y aun éstos no pueden decidir en este punto, si, lo que es frecuentísimo, por desgracia, no han tenido nunca la fortuna de estar bajo las órdenes de un buen director de verdad. Lo que yo voy a escribir no es un tratado sobre la dirección, sino una serie de observaciones prácticas, más o menos desarrolladas circunstancialmente.
Es indiscutible que la manera de transmisión de las obras musicales al público no puede ser nunca indiferente a los compositores, ya que la impresión no puede ser buena sin una buena ejecución, y la aptitud para juzgar la obra se anula con una mala. Cualquiera que siga con atención y algún conocimiento de causa mis razonamientos acerca de los elementos necesarios para una buena ejecución, se dará cuenta de lo que generalmente en Alemania es, no solamente la interpretación de las óperas, sino también la de las obras sinfónicas.
Los defectos evidentes de las orquestas alemanas, tanto en su constitución, como en el resultado artístico de su actividad, dependen en primer lugar de las malas cualidades de los músicos que las dirigen. Cuanto más grandes han llegado a ser las exigencias ineludibles de nuestras orquestas, tanta mayor neglicencia e ignorancia han empleado las autoridades superiores de los establecimientos artísticos en la selección y nombramiento de los directores.